Cómo los musulmanes desafían a la islamofobia al negarse a condenar el terrorismo

Por Faima Bakar

Cuando el supremacista blanco Brenton Tarrant se cobró la vida de 51 personas inocentes en las mezquitas de Christchurch, Nueva Zelanda, en marzo de 2019, causó conmoción en todo el mundo.

Del mismo modo, la ola de asesinatos del terrorista de extrema derecha Anders Breivik, que acabó con 77 personas, incluidos menores, sigue estando fresca en la mente de muchas personas a pesar de que tuvo lugar hace casi una década.

Sin embargo, a pesar de las atrocidades que llevaron a cabo estos terroristas, no se exigió a los miembros de su religión que hablaran y condenaran un comportamiento tan violento simplemente porque la compartieran.

«Mi esperanza con este libro es que ayude a quienes sienten la presión de condenar, encontrar voces y experiencias que reconozcan y encontrar un camino para resistir a esa demanda. Espero que ayude a la sociedad en general a pensar de manera más crítica sobre el daño que causan a los demás cuando nos exigen condenas irrazonables.»

Dr. Asim Qureshi

Si bien algunos podrían preguntarse por qué se esperaría que lo hicieran, para muchos en la comunidad musulmana se destaca una clara disparidad cuando los actos terroristas son perpetrados por los llamados Estados islámicos y aquellos que se adhieren a sus ideas.

En contraste, a las figuras musulmanas se les pide rápidamente que expresen su condena en términos inequívocos en programas de televisión, en podcasts o en debates nacionales, a pesar de que no tienen nada en común con el terrorista más que una supuesta parte de la religión.

Además, los ataques terroristas que involucran a musulmanes reciben un 357% más de cobertura que cuando se desconoce la religión del atacante.

Es un tema que Asim Qureshi, escritor y director de investigación de la organización de derechos humanos CAGE, ha decidido explorar en su libro: “I Refuse To Condemn” (Me niego a condenar: resistir al racismo en tiempos de «la seguridad nacional»), ya que cree que no denunciar abiertamente estos actos, aunque no los defienda, es un acto político en sí mismo y una forma de resistir los prejuicios antiislámicos.

En su libro, dieciocho ensayistas escriben sobre las diferentes formas en que los musulmanes pueden resistir a lo que se espera de ellos y existir más allá del monolito que les describe.

Asim explica que la idea surgió después de que se le pidiera constantemente que comentara sobre los ataques terroristas, incluyendo una entrevista con Jon Snow en Channel 4, donde se le preguntó si condenó las acciones del terrorista John, el infame asesino de Daesh.

Comenta con Metro.co.uk: «Viví una serie de experiencias al ser entrevistado o participar en eventos en los que la gente me preguntaba si condenaba el terrorismo. Quería recoger las experiencias vividas y los sentimientos de académicos y activistas de diferentes comunidades, a quienes se les exige esta condena. Mi esperanza con este libro es que ayude a quienes sienten la presión de condenar, encontrar voces y experiencias que reconozcan y encontrar un camino para resistir a esa demanda. Espero que ayude a la sociedad en general a pensar de manera más crítica sobre el daño que causan a los demás cuando nos exigen condenas irrazonables.»

Al contribuir al libro de Asim, los escritores son conscientes de que puede resultar en un mayor escrutinio de la comunidad, mientras que algunos lectores pueden ver la reticencia de los oradores a conformarse como una amenaza para el estilo de vida británico.

En palabras del psicólogo Tarek Younis en su capítulo: «Oponerse al Estado-nación es hacer que todas las sospechas se conviertan en verdaderas, que tú, de hecho, no perteneces.»

Los musulmanes están cansados de que les hagan las mismas preguntas en relación con su fe. (Fuente imagen: Metro.co.uk)

Entonces, ¿por qué no simplemente condenar?

En su ensayo, el Dr. Remi Joseph-Sailsbury establece paralelismos dentro de la comunidad negra, explicando que a ellos también se les pide a menudo que se pronuncien en contra de los actos violentos, por ejemplo, en relación con los navajazos, y explica que no hacer lo que se espera de ellos es la forma definitiva de resistencia.

Escribe: «La presión para condenar tiene un propósito. Busca limitar nuestra capacidad de agitación. A menudo se utiliza como arma arrojadiza para minarnos o para desviar el foco de los racismos estructurales y estatales y así centrarnos en nuestras comunidades.»

Sin embargo, el precio de esto es alto.

El abogado en derechos humanos Fahad Ansari se ha enfrentado a mucha islamofobia en su carrera. Aunque encuentra la resistencia personalmente liberadora, negarse a condenar podría significar recibir una demanda, comprometiendo así su trabajo y provocando un miedo constante. Le preocupa que los musulmanes que se resisten a los llamados a condenar puedan ser malinterpretados como si estos tolerasen el terrorismo.

Fahad comenta con Metro.co.uk: «El mayor desafío es resistir el acto performativo de condenar las atrocidades con las que no tenemos ninguna conexión, salvo por los perpetradores que se identifican con la misma religión que nosotros. Esto es increíblemente difícil debido a la expectativa; si no condenamos, la gente asumirá que toleramos estos actos.»

Además de perder el prestigio, hay otra consecuencia para los musulmanes que se niegan a condenar: la alienación. «El riesgo es muy real y en ocasiones he actuado con cobardía ante tanta presión», admite Fahad.

«El miedo a perder mi trabajo, mi medio de subsistencia y todo por lo que he trabajado es legítimo y, a menudo, es demasiado fácil dejarse llevar por la corriente. Aprendí inconscientemente el lenguaje del respeto hacia mí mismo y la lealtad de mi difunto padre, quien a pesar de (y probablemente debido a) su negativa a comprometer sus principios fundamentales basados ​​en la fe, fue amado por la sociedad no musulmana en la que vivía.

Sin embargo, fue solo después de que yo mismo me convirtiera en padre hace diez años cuando comencé a hablar ese idioma con convicción. Al negarme a condenar hoy, espero que mis hijos y su generación no se enfrenten mañana a la misma cultura deshumanizadora.»

Las académicas Shereen Fernandez y Azeezat Johnson añaden que también han experimentado la alienación después de intentar navegar por el rechazo en la academia. En sus ensayos, las dos detallan cómo se les exige condenar actos de violencia mientras que cuando los musulmanes son las víctimas, como en Christchurch, se espera que se mantengan neutrales.

Sin embargo, dicen que se resisten al optar por no permanecer neutrales en estas situaciones. «Trabajamos en instituciones que realmente no reconocen nuestro derecho a rechazar las cosas como son, especialmente porque el compañerismo o la ética deben ser “neutrales”», explica Azeezat.

«Cuando mencionas el problema que tenemos con cómo funcionan las cosas dentro de la academia (que es muy blanca), la gente responde con “bueno, debes recordar que es una labor lenta” o “me sentí realmente atacado por la forma en que dijiste las cosas”. Hay mucho tono policial que te hace sentir más aislado y te hace dudar de ti misma.»

Azeezat también tiene palabras de consejo para aquellos que quieren rechazar lo que se espera de ellos, ya sea el terrorismo, el mito modelo de la minoría o, en general, para sacudir los estereotipos que la gente tiene sobre las personas musulmanas.

«Que nosotras estemos aquí ya es una forma de resistencia encarnada porque estamos ocupando espacios en los que no podíamos imaginarnos existiendo en un principio. Se trata de sopesar cuándo puedes permitirte el lujo de decir que no a ciertas cosas. Y cuando tienes que esperar el momento en el que puedas decir que no. La resistencia es un proyecto a largo plazo, es algo que haces toda tu vida. Todo esto solo puede conseguirse con la esperanza de una liberación final.»

La profesora Nadya Ali cree que la forma de hacerlo es involucrando a los jóvenes y enseñando a las generaciones futuras a resistir a su manera, por eso les escribe a sus sobrinas y sobrinos en su ensayo.

En él, Nadya escribe: «Los sentimientos que me impulsan a resistir, e incluso a llevarme a la esperanza, son sentimientos del amor más profundo que tengo por cada uno de vosotros.»

Nos cuenta: «Creo que depende de cada generación cultivar juntos sus propias formas de resistencia, en las circunstancias en las que puedan encontrarse. Tengo el privilegio constante de observar a mis alumnos participar en actos de resistencia, ya sea en piquetes, en el aula o fuera en el mundo. El libro proporciona un vocabulario para narrar nuestra verdad en tiempos de ´racismo por seguridad pública´, pero también una conexión muy necesaria con una vibrante tradición de resistencia. Somos más que las etiquetas que se nos han atribuido.»

“I Refuse to Condemn, resisting racism in times of national security” (Me niego a condenar: resistir al racismo en tiempos de seguridad nacional) ya está a la venta en Manchester University Press.

El libro reúne a destacados musulmanes que explican cómo se resisten a la islamofobia.
(Imagen: Manchester University Press)

Presentación del libro con algunos de sus contribuidores:

“Surveillance, Terror, and Dehumanization: With Dr. Asim Qureshi and Suhaiymah Manzoor-Khan” (Vigilancia, terror y deshumanización: con Asim Qureshi y Suhaiymah Manzoor-Khan) en Traversing Tradition.

Artículo publicado por Faima Bakar el 17 de diciembre de 2020 en metro.uk. Traducido por @redislamofobia.